Tiene principio el jueves quinto de Cuaresma en esta Iglesia, con gran concurso de fieles y continúase por nueve días, hasta el Viernes, sexto día propio en que se celebran los dolores de María Santísima: en cada uno de los nueve días se ha de ejercitar el que hace esta novena, en oraciones y buenas obras: ha de confesar y comulgar el primer día o alguno de ellos para que purificada el alma de las culpas, sean todas’ nuestras obras hechas en gracia meritoria de la vida eterna y más eficaces para conseguir lo que a Dios pedimos por medio de esta Novena.
También se puede hacer en cualquier tiempo del año con grande confianza de alcanzar de la Majestad Divina lo que pedimos si conviene para la salvación y bien de nuestras almas; y si no que la Virgen Purísima nos alcance por su intercesión lo que nos conviene para nuestra eterna felicidad. Por ejercicio espiritual de cada día se ha de rezar el rosario de las siete septenas y tres Avemarías a la Dolorísima Virgen (que es su corona) en reverencia de los siete mayores dolores que padeció ofreciendo siete Aves Marías y un Pater noster a cada dolor por el orden que al fin se previene, para que meditándolo así logremos el fruto de la Santísima Pasión de Nuestro Redentor y merezcamos ser verdaderos hijos de su Santísima Madre y hechos participantes de sus Angustias. Y puestos de rodillas en su presencia no pudiendo ir a la Iglesia, hará la señal de la cruz, levantará el espíritu a Dios y dirá luego el acto de contrición.
Tiene principio el jueves quinto de Cuaresma en esta Iglesia, con gran concurso de fieles y continúase por nueve días, hasta el Viernes, sexto día propio en que se celebran los dolores de María Santísima: en cada uno de los nueve días se ha de ejercitar el que hace esta novena, en oraciones y buenas obras: ha de confesar y comulgar el primer día o alguno de ellos para que purificada el alma de las culpas, sean todas’ nuestras obras hechas en gracia meritoria de la vida eterna y más eficaces para conseguir lo que a Dios pedimos por medio de esta Novena.
También se puede hacer en cualquier tiempo del año con grande confianza de alcanzar de la Majestad Divina lo que pedimos si conviene para la salvación y bien de nuestras almas; y si no que la Virgen Purísima nos alcance por su intercesión lo que nos conviene para nuestra eterna felicidad. Por ejercicio espiritual de cada día se ha de rezar el rosario de las siete septenas y tres Avemarías a la Dolorísima Virgen (que es su corona) en reverencia de los siete mayores dolores que padeció ofreciendo siete Aves Marías y un Pater noster a cada dolor por el orden que al fin se previene, para que meditándolo así logremos el fruto de la Santísima Pasión de Nuestro Redentor y merezcamos ser verdaderos hijos de su Santísima Madre y hechos participantes de sus Angustias. Y puestos de rodillas en su presencia no pudiendo ir a la Iglesia, hará la señal de la cruz, levantará el espíritu a Dios y dirá luego el acto de contrición.