Hoy día 2 compartimos la segunda reflexión enmarcada en el triduo en honor al Santo Cristo de la Misericordia, la Cruz en el ámbito de la liturgia;

LA CRUZ EN LA LITURGIA
Es curioso como del espanto que producía a la gente la cruz en el siglo primero del cristianismo hayamos pasado a una contemplación estética sin mayor impacto emocional. Durante siglos la cruz ha conmovido y conmueve los corazones de los verdaderos creyentes y por ello es el símbolo más universal para los cristianos; porque expresa la entrega de Jesús hasta la muerte por nuestros pecados y para que tengamos vida eterna. Esta entrega salvadora de Jesús es el centro de la liturgia cristiana y por ello no puede faltar en ningún templo, en ningún altar y en ningún rito el signo de la cruz. Pensemos en el Bautismo, lo primero que hace el sacerdote es trazar la señal de la cruz sobre la frente del bautizando. En la confirmación el Espíritu Santo penetra en el alma por medio de la señal de cruz hecha con crisma. Cuando recibimos el perdón en la confesión el sacerdote traza sobre nosotros la señal de la cruz. Los anillos de los novios se convierten en alianzas cuando son bendecidos con el signo de la cruz. Cualquier persona o cosa que se bendice se hace trazando la señal de la cruz. Toda celebración litúrgica comienza invocando al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, mientras hacemos la señal de la cruz. Y cuando dejamos este mundo el sacerdote bendice el cuerpo del difunto con la señal de la cruz. Pero sobre todo en la Eucaristía, la cruz ha de estar en el altar para expresar que bajo la apariencia del pan y del vino está Cristo Crucificado y Glorioso para darnos la vida divina. El Viernes Santo, la adoración de la Cruz es uno de los momentos más intensos de la liturgia, porque ese santo madero es nuestro “salvavidas”, por ello se canta: “Mirad el árbol de la cruz donde estuvo clavada la Salvación del mundo”.
Digamos a Jesús: “Tu cruz adoramos y tu santa resurrección alabamos y glorificamos. Por madero ha venido al mundo entero” y “Te adoramos, Señor Jesucristo, qué por tu santa cruz, redimiste al mundo y a mí, pecador. Amén.”

D. NARCISO JESÚS LORENZO LEAL
Delegado de Liturgia y antiguo capellán de Nuestra Madre
📸Cesar Zamarreño